La voz de Zihuatanejo

Opinion

SINFIN DE HISTORIAS

Ramiro Arturo Barrera MorenoDeambulando me encontré con esta fábula de Navidad, con un poco de humor negro y sátira. Se las comparto.Fábula de Navidad (autor desconocido)A los pocos meses de haber asumido el poder, gracias a una votación sin precedentes, la Hiena convocó a su gabinete y sus allegados para anunciar que ese año celebrarían la Navidad en su residencia. -Y no quiero intercambio de regalos, salvo lo que ustedes quieran darme a mí, que soy su líder, les aclaró.En la mesa había manjares para todos los animales: una cebra viva que había caído para que la degustaran los carnívoros; hormigas y termitas para los mirmecófagos; cochinillas y mariposas para los insectívoros; un búfalo muerto en batalla la semana anterior para los carroñeros, incluido el Presidente y la Primera Dama; sandías, castañas y perejil para los herbívoros, y ostras para el que quisiera. Se contrató un grupo de gacelas para hacer la coreografía, al tiempo que la orquesta de primates estaría a cargo de interpretar dulces melodías.Los primeros en llegar fueron dos parejas: el Grillo, titular de Gobernación, y el Pato, responsable de la Inseguridad Pública, ambos con sus señoras. Bajo el arbolito de Navidad, con más esferitas que medallas pendían del saco del Presidente, dejaron los paquetes que llevaban consigo. Le siguieron, entre otros, los secretarios de Turismo, Ecología, Patrimonio y Tesoro, respectivamente: el Cerdo, el Buitre, el Oso Hormiguero y la Cucaracha, con sus parejas. El último en llegar fue el Gorila, solito, ya que no estaba casado, era gay y aunque era del dominio público su refinado gusto, no se atrevía a salir del closet.El arbolito de Navidad estaba lleno y reinaba la algarabía. El diputado Burro, del mismo partido del Presidente contó tres chistes que amenizaron el convivio, uno no tuvo madre ya que afirmó y reafirmó que el homosexualismo es una enfermedad. Todos querían saber el medicamento que cura.Luego del ágape, que incluyó una gran cantidad de bebidas embriagantes, se pasó a la ceremonia de apertura de regalos para el titular del Ejecutivo. El primer turno le tocó al Pato, que le entregó un sobre en cuyo interior había una tarjeta: vale por una camioneta Suburban, cinco puertas, blindaje 10, con estéreo y rines de magnesio.-¿Tiene quemacocos, asientos de piel, vidrios polarizados? ¿Huele a vainillina?- preguntó la Primera Dama.-No.-¡Que chafa!Un gran silencio reinó en el salón, interrumpido solo por un eructo que emitió el Burro, el Presidente miró fijamente a los ojos al Pato y rompió la tarjeta por la mitad.-¿Tienes una excusa para la afrenta que nos has hecho? –Cuac, respondió el interpelado.-Nos vemos el lunes en mi oficina. Puedes retirarte. Pasó al frente el Ministro de Turismo y con gran sonrisa le dio en la mano los presentes que le llevaba a su jefe: una moderna ensaladera de cristal cortado, con vivos en los bordes color fiusha, un tenedor y una cuchara de plata de Taxco. Junto a ellos un peluche de tamaño natural de un guajolote con los ojos de diamante.La señora Hiena abrazó de inmediato al peluche, y le plantó sendos besos en las mejillas. Luego le arrancó los ojos, se los echó bajo el escote y lanzó al pavo a la chimenea.-¿Una ensaladera?-Se enojó el Mandamás. –Oink, contestó el puerco.-Con un poquito de imaginación habrías pensado que era mejor darme un poco de lengua, chicharrón, cueritos, buche, maciza, manitas o trompa. –Oink volvió a decir el cerdo.-¡Ensaladas a mí! La Hiena hizo sonar una campanita para que su capitán de meseros, el Cocodrilo, se llevara al cochino directamente al matadero.El Gorila gay levantó su copa de sidra “Pelayo” para brindar por la sana decisión del Ejecutivo y pasó a darle su regalo: aún calientes y con sangre que manaba de a poquito, le entregó las cabezas de dos leones dedicados al periodismo. Al señor Presidente se le salió una ligera baba del hocico: le encantaba comer león.-Son las cabezas de los dos “chicos de la prensa” que son sus críticos.-¿Y por qué tiene esa expresión de terror?-Es que le dimos toques…y su tehuacán con chilito piquín.-Eso les echa a perder el sabor, ¿lo sabías? Como que se vuelven más pastosos.-Grrrrrrr.-Si quieres seguir al frente de tu empleo, recupera todo lo que haya de arrachera de los leones, ¿entendido? Y te pido que traigas la carne ya marinada “a las finas hierbas”.La Primera Dama pidió que, antes de seguir abriendo los regalos, se cantara un villancico y se levantaran las copas para brindar por la Navidad. El Toro de lidia bufó, pero al fin terminó uniéndose al coro al ver que su patrón clavaba en él sus ojos inyectados de sangre.La Cucaracha se animó a entregar su regalo: era un sobre tamaño carta del cual extrajo una hoja que leyó a continuación con su diminutiva voz: “Por este conducto renuncio al cargo que usted, señor Presidente, me ha confiado como síndica, para que pueda al fin poner en mi puesto a su íntimo amigo el Macaco, muy amigo del virrey en turno que, aunque todos estamos seguros de que es incapaz de saber manejar el cargo que yo tengo, tendrá de su excelencia mayor apoyo”.Apenas terminó de leer su mensaje la Cucaracha, los aplausos de la concurrencia se hicieron oír. El Presidente le acarició dos veces sus suaves alas, antes de dejar caer sobre ella una de sus pezuñas.-Aún está viva- dijo el Hipopótamo, antes de clavar su hipopo-humanidad sobre el insecto rastrero. ¡Crash!El Sapo no dejó de pasar la oportunidad y se tragó los restos mortales de la ex servidora pública.En platitos y vasos desechables empezó a circular el shit cake y la sidra, para todos los invitados, así como algunas entrañas y el champagne exclusivo para  la pareja presidencial. El Loro prefirió servirse un plato de semillas de girasol y el Buitre dos tacos de carroña pero sin cebolla, para que no le apestara el hocico.Tocó su turno al Sapo, que hacía las veces de vocero de la Presidencia y que era de los consentidos de su patrón: le dio un calzoncillo tejido por el mismo con finísimos hilos de araña.El Presidente se desvistió de inmediato y se calzó la transparente prenda ante el azoro de sus comensales.-Que buen paquete tiene nuestro líder- dijo la esposa del Zorrillo a la esposa del Tapir.El hombre que conducía los destinos de aquel pueblo, tomó delicadamente al Sapo y se lo puso en el cuello para dejar que lo recorriera a su contentillo. Luego le besó tiernamente una de sus patas.-¿Y tú, Oso Hormiguero, que me trajiste?Lleno de sí muy orondoy situado en su gorda epidermis, el Oso se acercó al arbolito, reconoció el regalo que había llevado y se lo puso en sus manos al eminente tirano.-¿Y estoqués?     -Ábralo, mi Presi, sólo así se enterará.Y el Preciso desgarró el voluminoso envoltorio. -¿Y estoqués? ¿Una alcancía?-Es una urna embarazada respondió el Oso Hormiguero.-¿Y por qué piensas que va a haber elecciones? –Puede servir para una consulta.-Yo no consulto con nadie, ni con ustedes que se creen indispensables, bola de mantenidos y buenos para nada, no necesito asesores yo resuelvo todo, todo ¡todo!El Lobo, notario público y representante de la “sociedad civil”, entregó sendos paquetes a la pareja presidencial. A él le dio una corbata tricolor y a ella una caperuza roja. Al hacerlo paseó su húmeda lengua a lo largo del hocico. El Presidente y su señora no entendieron nunca el mensaje, ya que no conocían el cuento, ni al cínico y depravado notario- Sin embargo se mostraron agradecidos con el Lobo fiero, tanto por su corbata como porque se hubiera acordado de dar un regalo a ambos. Ella se puso la prenda. Él no.El Buitre voló hacia el lugar en el que estaba el regalo que le haría al Presidente. Lo tomó con el pico y se lo dio en las manos, luego de besarle la mano. Se trataba de un estuche que contenía un arma.-Te luciste. -Es de oro puro. La culata tiene incrustaciones de esmeraldas. Contestó el feliz Buitre.-¿Tiene balas? –Seis.-Voy a ver si sirve –Y le pidió al Buitre que sostuviera con una de sus garras una cerveza “Indio”.El primer disparo salió muy desviado. El segundo le dio de lleno en la cabeza de director de limpia. El Zorrillo se quitó con discreción la sangre que le salpicó la cara.-Ahora te toca a ti sostener el vaso –señaló el Mandatario al Mapache, que era su secretario de Salud.El animal, con la dentadura goteando sangre ya que le acababa de dar una mordida a un pollo vivo, sin dejar de mostrar su nerviosismo.-¿No cree que debería tomar antes unas clases, su excelencia?-¿Crees que no sé disparar? Ponte el vaso sobre la cabeza.Nuevamente el silencio se hizo en el amplio salón. El Grillo trató de esconderse para no ver con sus ojos la escena, acto que aprovechó el Oso Hormiguero para tragárselo sin que nadie se diera cuenta. El Ejecutivo, con la pistola en la mano, recorrió con la vista a todos sus invitados. A los que quedaban.-¿Quiénes apuestan a que le doy al vaso?Poco a poco todos levantaron la mano, menos su esposa.-¿Cuánto apuestan?-  Dos mil. –Dijo la Lechuza flamante regidora.-¿Dos mil? Con todo el dinero que te pago, ¿Sólo dos mil? Las apuestas son de veinte para arriba.-Entonces veinte mil.Los demás animales hicieron eco de la apuesta. Solo la Iguana prominente hombre de negocios, apostó veinticinco.La Hiena apuntó hacia la cabeza del Mapache, le dirigió una leve sonrisa, tomó aire, cerró un ojo y le voló los sesos.-¡Yupi! –Gritó el Presidente y se dirigió a su esposa-Tú ganaste mi amor. Denle el dinero de las apuestas.-Yo no traje efectivo -dijo la Lechuza.Por respuesta recibió un balazo, volaron plumas.-¿Alguien más que no traiga dinero ahorita?Uno a uno pasó con la Primera Dama a depositar en un cofre los billetes apostados.-Sigamos con la fiesta. Faltan algunos regalos. Hay que abrir el que me trajo el Mapache, que en paz descanse.El mandatario tomó el paquete y lo abrió. En su interior había una corona de oro llena de brillantes. Conmovido fue a donde estaba el cadáver del mapachín y le plantó un beso en la panza. -Te rayaste, te voy a extrañar en mi gabinete, y pasó a ponerse la corona. –Me queda chica –se quejó. Su esposa se la quitó delicadamente y se la puso sobre la caperuza roja. A la vez que le decía a su flamante esposo:-Feliz Navidad, -y le dio un plomazo en el centro de la frente.-¿Qué tal? Ahora soy su nueva patrona, dijo a la concurrencia.Y todos pasaron a besarle la pezuña derecha, menos el Lobo, que simplemente desde ese día se la comenzó a comer.MORALEJAS:No acudas a cenas de Navidad con un tirano.Lee cuentos de hadas.

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