Moisés Alcaraz Jiménez
“Habemus Papam”, Tenemos Papa, es el anuncio en latín que hace en El Vaticano el cardenal protodiácono cuando informa que un nuevo Papa ha sido elegido. Aquí en México no hemos elegido a un nuevo presidente, pero ante las voces criminales y mentes desquiciadas que esparcieron en redes sociales sus malignos deseos de que el presidente López Obrador no se recuperara del Covid-19, que padeció y se fuera a la tumba, podemos decir: Habemus Presidente.
El retorno de AMLO fue un día de mucho dolor y rabia no contenida para los grupos ultraconservadores adversarios de su gobierno, pero fue un día de mucha felicidad para los amplios sectores de población que desean el progreso de México y para millones de pobres que en este gobierno han visto resplandecer una luz de esperanza para tener acceso a la justicia social, o cuando menos tener una vida digna que les asegure su derecho constitucional de acceso a la salud, al trabajo, a la educación y a la alimentación, que brutalmente les fueron cancelados en el viejo régimen.
La frase Habemus Presidente cala muy hondo en las entrañas de los grupos ultraconservadores que están verdaderamente desesperados e iracundos, porque a pesar de sus campañas de odio y mentiras absurdas, no avanzan en sus intentos de desprestigiar al presidente AMLO y de desestabilizar al país con fines golpistas.
Están muy enojados porque sus ganancias sustentadas en la corrupción se les están yendo como agua entre las manos y en su desesperación no dudan en recurrir a campañas de odio extremo e inaudito, que nos pintan de cuerpo entero la naturaleza de la derecha en México: es una derecha de lo más atrasada y subdesarrollada del mundo, la más rapaz, vulgar y ayuna de inteligencia que sin más imaginación, copia los modelos conservadores de otros países y en México los viene a aplicar grotescamente, exhibiendo sólo vulgaridades, mentiras ridículas y mitos geniales que sólo reafirman su arcaísmo y anacronismo.
Piensan que AMLO nos lleva al comunismo y que las vacunas traen un microchip para controlarnos. Así andan, en un atraso espeluznante. Uno de sus máximos líderes, Héctor Aguilar Camín, dice que la vacuna rusa sólo sirve a los rusos. La señora Téllez dice que esa vacuna daña la salud, cuando la ciencia a nivel mundial y las autoridades de los países más desarrollados del orbe le reconocen toda la eficacia de inmunización que tiene.
Son una derecha salvaje, no por su proceder propio de los regímenes dictatoriales más retrógradas, sino porque no han evolucionado como las derechas de otras partes de planeta que, dentro de su conservadurismo, han contribuido al crecimiento de sus economías. Los casos de Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, España, Suecia, Noruega, Dinamarca, entre muchas otras naciones, son tan sólo un ejemplo. No, aquí en México eso no ocurre. Los grupos conservadores adversarios del actual gobierno, viven en un atraso similar al de sus pares del Porfiriato y algunos otros se asemejan a las antiguas sectas medievales de la Inquisición. Ninguna sociedad del mundo puede avanzar teniendo a esos grupos como cabezas del desarrollo económico, social y político, pues son muy hábiles para los negocios turbios e inútiles para constituirse en sectores productivos para el progreso del país.
Esas son las agrupaciones que buscan restaurar al viejo régimen a través de movimientos de odio con los que pretenden derrocar al actual gobierno. Se dicen defensores y paladines de la democracia, pero utilizan métodos antidemocráticos, surgidos de la oscuridad, produciendo y divulgando sucias campañas de desinformación no exentas de anacronismos como el racismo y neofascismo.
En este contexto reaparece el presidente AMLO y retoma las conferencias matutinas. En sus primeras alocuciones se refirió con nombre, apellidos o razón social, sin ambigüedades, a sus adversarios políticos que encabezan la ofensiva y escalada de ataques a su gobierno: a Enrique Krause, como el máximo ideólogo de los grupos neofascistas del país, y a Héctor Aguilar Camín, quien le acarreaba a los intelectuales de menor valía a Carlos Salinas de Gortari para que los consolara espléndidamente.
Estos personajes, de entre los que ahora da la cara José Woldenberg, encubierto algún tiempo con el ropaje democrático pero siempre leal a la intelectualidad conservadora, solicitaron al presidente que suspenda los mega proyectos de su gobierno, nada más ni nada menos que el Tren Maya, la súper refinería de Dos Bocas, el nuevo aeropuerto Felipe Ángeles y la magna remodelación del Bosque de Chapultepec.
Pretenden romper directamente la espina dorsal del proyecto económico de la 4T, con el argumento de que no hay dinero para las vacunas, cuando la mayor parte de los antídotos fueron pagados con anterioridad y hay una reserva de recursos cercana a los 40 mil millones de pesos destinados a lo que falta de esas compras. La mayor parte de ese dinero salió de lo que ya no han podido robar los asaltantes del erario, entre los que se cuentan estos grupos retardatarios que redujeron a escombros a este país.