Zihuatanejo
Analizarán riesgos estructurales ante grandes sismos
Alejandro Alvarado GonzálezZihuatanejo, Gro., (Abril 9, 2019).- Entre los meses de junio y julio regresará a Zihuatanejo el equipo de expertos japoneses, que en coordinación con científicos mexicanos, instalaron en el 2016-2017 una red sismo-geodésica en el fondo oceánico de la Brecha Guerrero, que se extiende desde Acapulco hasta Papanoa, para dar seguimiento al proyecto de evaluación del peligro asociado a grandes terremotos y tsunamis en las costas del Pacífico mexicano.Así lo dio a conocer el jefe de área de Riesgos de Protección Civil en el municipio de Zihuatanejo, Rafael Valdovinos, quien por indicaciones del director Jorge Alberto Cervantes Álvarez explicó que este proyecto está dividido en tres fases. La fase A consiste en la observación sismo geodésica a través del monitoreo de todos los instrumentos ya instalados en el mar y la tierra; la fase B, analiza los peligros para determinar simulaciones de terremotos y tsunamis; estas dos fases están a cargo de científicos experimentados del Instituto de Geofísica de la UNAM y de la Universidad de Kioto.La fase C ya involucra a las autoridades locales, como Protección Civil del municipio, para emprender programas de concientización acerca de los riesgos por vivir en una zona altamente sísmica; desde el año 2016 a la fecha se han llevado a cabo muchas pláticas educativas y talleres, para un total de 8 mil 297 personas, por ejemplo a través de iniciativas como el programa “Jaguar” hay una constante vinculación con niños del nivel básico, pero es indispensable que toda la población esté más involucrada en este tipo de actividades.Dijo el entrevistado que sí hace falta concientización, “protección civil somos todos… como ciudadanos no estamos tan comprometidos con la prevención, es la más grande debilidad que tenemos, tener conciencia que sí estamos en un lugar de alto riesgo; en cualquier momento puede temblar y no sabemos la magnitud”.En la próxima visita de los científicos nipones, que se espera para los meses de junio o julio de este año, Protección Civil programa realizar un estudio estructural de todo el Centro de Zihuatanejo, incluido el Infonavit El Hujal, de manera que ya extienden invitaciones a jóvenes pasantes de arquitectura e ingenierías relacionadas al tema, para efectuar las visitas y los estudios de campo, con el propósito de detectar inmuebles en riesgo e implementar las medidas convenientes ante el constante peligro de un gran terremoto y tsunamis.“De hecho ya iniciamos hace quince días, la idea es ir buscando cuáles son los edificios más resistentes o que tienen menos edad, para poder tomarlos como un sistema, una ruta de evacuación, como una zona segura en casos de tsunamis; de hecho, no sé si pueda comentarlo, pero ya hablamos con el Hotel Irma, es uno de los hoteles que está en el Centro de la ciudad, que tiene una buena altura, tiene una buena resistencia, tiene una estructura bastante sólida, ya se hicieron los estudios ahí, y es uno de los primeros que tenemos ya vistos en caso de algún tsunami”.Recordó el entrevistado que todos los hoteles de Ixtapa deben presentar cada año un dictamen estructural avalado por un DRO, “donde ellos calculan si el inmueble es aún resistente para seguir laborando como un sistema de hotelería, hasta ahorita no hemos tenido ningún problema en el caso de la hotelería, están bien, cumpliendo con la norma, en caso de alguna eventualidad cualquiera de ellos puede ser refugio temporal para poder apoyar”.Aunque no forman parte de este proyecto coordinado por la UNAM y Universidad de Kioto, también es factible contar con el respaldo de los llamados grupos comunitarios de emergencias, ya instalados en algunas colonias y comunidades del municipio de Zihuatanejo de Azueta.Precisar que de acuerdo a lo informado en su momento, en el fondo marino de la Brecha Guerrero hay siete sensores de presión hidrostática para observar deformaciones verticales de la corteza continental, dos sitios GPS acústicos para la deformación horizontal y siete sismómetros de fondo marino, que se suman a la red terrestre, compuesta de 14 sismómetros ultrasensibles y 33 GPS diferenciales, que representa un esfuerzo de instrumentación sin precedente en México, en una zona en donde, según evidencia histórica, han ocurrido varios terremotos importantes (al menos siete) en los 20 años previos al último sismo en la región, que aconteció en 1911.