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Arrancan por error matriz a menor de edad en Hospital de Tlapa

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Carlos NavarreteChilpancingo, Gro., (Agosto 28, 2017).- La hija de Verónica tiene 17 años. Hace dos meses le arrancaron, por error, la matriz durante su labor de parto en el Hospital General de Tlapa. Una partera lastimó todo su órgano reproductivo, en consecuencia ya no podrá más tener hijos.Pero en la negligencia también está involucrado personal médico del hospital, que ha aislado y hecho menos la labor de las parteras. Pese a que se activó un código rojo “protocolo de emergencia para la atención de personas con riesgo de muerte”, fue hasta una hora después cuando un médico se presentó en el área.La labor de las parteras profesionales y tradicionales en el país es reconocida por el Sistema Nacional de Salud en la Norma Oficial Mexicana NOM-007-SSA2-2016. En el caso de Guerrero, en la administración pasada, fue creada la Escuela de Parteras en Tlapa, con la finalidad de humanizar la atención a las mujeres embarazadas y disminuir las muertes maternas.De acuerdo a Neil Arias Vitinio, colaboradora del Centro de Derechos Humanos de la Montaña  Tlachinollan, la atención que las parteras ofrecen en el Hospital General debe ser vigilada siempre por un médico, sin embargo, en el caso de la hija de Verónica no fue así.La madrugada del 21 de junio la joven ingresó al hospital porque comenzaban sus contracciones. De acuerdo al testimonio de su madre, se dirigieron a urgencias, pero ahí les pidieron moverse al área de partería para que fuera atendida. Ya en el lugar, la joven fue recibida por varias parteras y enfermeras, pero ni un solo médico. Estaba programado un parto normal, sin complicaciones, pero al pasar de los minutos Verónica notó que quienes atendían a su hija se comportaban extraño, preocupadas y corrían de un lado a otro sin dar explicaciones. El bebé nació sano. Después se activó el código rojo. Su hija estaba en riesgo de muerte por una fuerte hemorragia que le provocó la partera responsable del procedimiento, quien desprendió parte de la matriz al confundirla con la placenta.Pese a la emergencia, y a que el protocolo establece que cuando se activa el código rojo el personal médico del hospital debe intervenir de manera inmediata, pasó casi una hora para que esto sucediera.En medio de la confusión y aprovechando la preocupación de Verónica, intentaron responsabilizarla de lo que le pasó a su hija. Le dijeron que la hemorragia fue una consecuencia de la ingesta de té de epazote.“Antes de que llegara al hospital con mi hija, le preparé un té de epazote y se lo di para que se le controlaran los dolores. Todos ellos me echaron la culpa, dijeron que yo se lo había provocado por darle el té, y aunque me costaba creerlo, por un momento me sentí culpable. Me puse a llorar ante la idea de que yo le provoqué eso a mi hija”.Pero la mentira se vino abajo. Mientras su hija era trasladada al Hospital de la Madre y el Niño, para ser intervenida de urgencia, Verónica permaneció en el Hospital General haciendo trámites y consiguiendo medicamento. Cuando lo hacía, se encontró con la partera que atendió a la menor y al médico que llegó una hora después de que se activó el código rojo.Ninguno de los dos notó su presencia. Verónica escuchó a la partera cuando confesaba que había confundido la matriz de su hija con la placenta. En la conversación el médico dijo que justificaría su retraso argumentando que estaba en el baño.Por la negligencia su hija estuvo internada ocho días en el Hospital de la Madre y el Niño, donde, por la gravedad de las lesiones, le retiraron la matriz.Actualmente Verónica recibe asesoría de Tlachinollan, organización que prepara ya una denuncia en contra del Hospital General de Tlapa, que será interpuesta ante la Comisión de Defensa de Derechos Humanos del estado.Para Neil Arias existen tres razones por las que ocurren casos como el de Verónica: falta de infraestructura y personal en el Hospital General de Tlapa; el aislamiento al que son sometidas las parteras por los médicos, quienes se niegan a trabajar de manera directa con ellas; y la calidad en la capacitación que éstas reciben.Aclaró que no se trata de criminalizar la labor de las parteras, de quienes reconoció su trabajo y lo indispensable que éste resulta en la Montaña, principalmente en el combate a las muertes maternas; sino de evidenciar las fallas del sistema de salud.Criticó que, a pesar de que se anuncian inversiones millonarias en el sector, éstas no se vean reflejadas. Recordó que para atender a las mujeres de los 19 municipios que integran la región, sólo existen el Hospital General y el Hospital de la Madre y el Niño de Tlapa. Esta situación impacta directamente en la calidad del servicio en ambos nosocomios, pues no hay personal suficiente para esta demanda.En cuanto a las parteras, explicó que Tlachinollan tiene conocimiento del trato que reciben de los médicos. Afirmó que éstos no asimilan aún el hecho de que son indispensables en los hospitales, situación por la que se niegan trabajar de manera coordinada con ellas.Arias Vitinio asegura que si un médico hubiera estado presente en el trabajo de parto de la hija de Verónica, la historia que hoy se narra no habría ocurrido. Cuestionó también la capacitación que las parteras profesionales reciben, pues varias de ellas comienzan a laborar sin haber presenciado o colaborado en casos reales.A dos meses de la tragedia, la exigencia de Verónica es simple: que ninguna otra mujer pase lo que su hija vivió esa madrugada del 21 de junio.

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