Alejandro GómezTaxco, Gro., (Febrero 20, 2018).- El obispo de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, reveló que la Secretaría de Gobernación (Segob) del gobierno federal le pidió tanto a él como al gobernador del estado, Héctor Astudillo Flores, que ya no dieran más declaraciones sobre el homicidio de los sacerdotes Germaín Muñiz García e Iván Añorve.Sin embargo, el jerarca católico en Guerrero sostuvo que cuenta con su derecho de expresión y por lo tanto hablará cuando no se haga justicia porque defiende la vida de los sacerdotes, de los ciudadanos y guerrerenses, aunque eso le molesta al gobierno, pero si hablan con verdad y están dispuestos a cooperar entonces pueden asociarse para buscar la verdad, el bien y la paz de la entidad, pero adelantó que no permitirá injusticias.Monseñor Rangel Mendoza reveló que en los poco más de 5 años de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto se han registrado 51 homicidios de religiosos, incluyendo a los dos de Taxco y uno de Ciudad Altamirano.Se dijo en desacuerdo que desde el gobierno se pretenda culpabilizar al obispo y a los sacerdotes de tener relaciones de negocios con personas que cometen delitos, cuando sus relaciones son apostólicas y pastorales únicamente para llevar los sacramentos, el Evangelio y estar cerca de la gente.Aceptó que por sus declaraciones y lo que ocurre en el estado sí tiene miedo, pero al salir a otras entidades se siente más seguro que estar en Guerrero, incluso, al acudir a las zonas focalizadas donde se siembra la droga se siente más seguro que encontrarse en medio de soldados y policías estatales y federales.Sugirió analizar si la situación de seguridad en Guerrero ha mejorado o no con la presencia de militares y corporaciones estatales y de la federación, porque definitivamente las autoridades saben muy bien lo que está fallando.El obispo Salvador Rangel expuso que los políticos no son sus amigos porque éstos son amigos de conveniencia y ha visto relaciones de dolo y traición, pero se dijo dispuesto a dialogar y platicar con ellos, “cuando uno les sirve son amigos, pero cuando no lo mandan a la patada”.Insistió en su disposición de cooperar para mediar entre los grupos del crimen para que dejen de atacarse y evitar la comisión de ilícitos, cuya iniciativa es conocida por el gobierno y no le agrada el trabajo que realiza, pero que la búsqueda de la paz y el orden es posible sin “morderse” ni lanzar culpas unos a otros.Puntualizó que seguirá pidiendo tanto al gobernador Astudillo Flores como a la Fiscalía del Estado que esclarezcan el doble homicidio de los sacerdotes y no se distraiga la atención, porque el asunto no se resolverá echando culpas mientras la inseguridad está presente en la entidad.