Opinion

SIN FIN DE HISTORIAS

Agregado el

Ramiro Arturo Barrera MorenoEn medio de la música, los finos vinos y la abundante comida se escucharon varios disparos, el hombre regordete y escaso pelo rebotó de cara contra la mesa. Todo era un caos, el cuerpo desangrándose daba sus últimos estertores, era el día martes 17 de julio de 1928. En su agonía, por su mente pasaron los recuerdos de su existencia: el de haber sido próspero agricultor e incluso inventor de una máquina para cosechar garbanzo en su natal Huatabampo, Sonora. Su joven viudez, cuando su esposa y dos de sus hijos mayores perdieron la vida en un trágico accidente. Su incursión tardía a la Revolución después del asesinato de Madero y Pino Suárez por órdenes de Victoriano Huerta.Por la memoria de su cuerpo agonizante fueron pasando como en una película: su vertiginoso ascenso como militar revolucionario afín a Venustiano Carranza. Su primer encuentro con Pancho Villa, como emisario de Carranza cuando Pancho ordenó su fusilamiento y después su perdón. Cuando pactó en 1915 con el líder obrero Luis N. Morones, la creación de los “Batallones Rojos”, leales a Carranza y esos grupos armados después pelearon contra el Ejército Liberador del Sur de Emiliano Zapata, ¡obreros luchando contra campesinos! Vaya Revolución la mexicana.El día que asistió a la “Soberana Convención Revolucionaria” y aceptó la destitución de Carranza y Villa, e impulsó a Eulalio Gutiérrez como presidente de la Convención. Las batallas de su ejército contra la “División del Norte” de Villa, cuando éste rompió su alianza con don Venustiano, y durante los combates de Santa Ana del Conde perdió su brazo derecho y quiso suicidarse. Después hacía bromas sobre el brazo perdido diciendo que no lo encontraban y para que apareciera lanzaron una moneda de oro al aire y el brazo salió volando para atraparla.Su nombramiento al triunfo de Venustiano Carranza en 1916 como secretario de Guerra y Marina y su posterior participación en el Congreso Constituyente de Querétaro, donde hábilmente se deslindó  del carrancismo y apoyó las ideas liberales que quedaron plasmadas en la Constitución del 5 de febrero de 1917. Al poco tiempo con otros militares leales a él, fundó en octubre de 1916 el Partido Liberal Constitucionalista, pensando ya en ser candidato a la Presidencia de la República y tuvo la osadía de enfrentarse en las elecciones de mayo de 1917 a su jefe Carranza perdiendo estrepitosamente, donde recibió cuatro mil votos contra casi ochocientos mil de don Venustiano.Su retiro de la política y su auto confinamiento en su rancho “La Quinta Chilla” en Sonora, donde planeó su retorno para las elecciones de 1920. Sus alianzas con generales leales a su causa y su pacto secreto con el oscuro líder sindical Luis N. Morones, quien no era bien visto por Carranza, para ser candidato a la Presidencia, en oposición al candidato impuesto por don Venustiano el ingeniero Ignacio Bonillas, y como ante las maniobras de Carranza para evitar su participación electoral se intentó inmiscuirlo en el caso de acusación por sedición del general Roberto Cejudo, por ello tuvo que salir huyendo hacia Chilpancingo para evitar ser detenido.Recordó que militares afines a la causa obregonista lanzaron el “Plan de Agua Prieta”, donde se desconocía a Venustiano Carranza como presidente de la república y curiosamente este movimiento lo encabezaba un civil, el Lic. Adolfo de la Huerta, quien logró la adhesión de la gran mayoría de los militares obligando a Carranza a huir de la Ciudad de México con rumbo a Veracruz, y en la sierra de Puebla, en una noche fría y lluviosa del 21 de mayo de 1920 Carranza es asesinado. Recordó que en lugar de Carranza impuso como presidente interino a Adolfo de la Huerta, hombre culto y refinado a quien le gustaba cantar ópera. Pacientemente esperó las elecciones del 4 de septiembre de 1920, donde triunfó rotundamente con más de un millón de votos, para gobernar un periodo de cuatro años.Por su agónica memoria pasaron escenas de los asesinatos de los generales Lucio Blanco y Francisco Villa, que el juicio popular se los atribuyo a él para quitarse enemigos que le hacían sombra. Recordó la carta abierta que lanzó al pueblo de México el general Francisco Murguía, hombre leal a Carranza, quien el 25 de agosto de 1922 dijo: “El gobierno de usted, señor general Obregón, es un gobierno de hecho nacido del crimen y sostenido por el crimen. Es probablemente el más opresivo, el más humillante, el más vergonzoso que ha tenido el país, porque ha adoptado el asesinato como sistema fundamental de su conservación, contra sus enemigos políticos, supuestos o reales, a quienes se hace desaparecer con la ley de fuga, por el secuestro, por el fusilamiento y aun por otros procedimientos que ni el mismo Victoriano Huerta empleó jamás, no obstante haber pasado éste a la historia de México como el tipo de soldado brutal que mata sin escrúpulos”.Como no recordar su pleito con la Iglesia Católica para detener la actividad sediciosa del clero católico porfirista, enemigo declarado de la Revolución, expulsó al delegado apostólico Ernesto Fillipi por violar la Constitución durante el acto de inicio de la construcción del Cristo del Cubilete, en Silao, Guanajuato, en enero de 1924.Obviamente también rememoró el acto de traición a la Constitución de 1917 cuando firmó con los gringos los Tratados llamados de Bucareli, por los que no se aplicó de manera retroactiva el artículo 27 Constitucional a las compañías petroleras, se consintió en pagar en efectivo y a precio de mercado, las afectaciones a los latifundios mayores de 1,755 hectáreas y se aceptaron reclamaciones por los daños sufridos durante la Revolución en las propiedades de los norteamericanos.También a su agónica memoria llegó el recuerdo cuando decidió heredarle la Presidencia a su paisano el general Plutarco Elías Calles, alias “El Turco”, aun cuando había hecho el compromiso de darle la Presidencia a Adolfo “Fito” de la Huerta. Las palabras que le dijo a Fito de la Huerta resonaron claras: “Mira Fito, ya decidí quién será mi sucesor en la Presidencia de la República…. Mira, tú sabes cantar ópera, eres un artista y puedes vivir de tu talento y aquí el Turco no sabe hacer nada, así que él será mi sucesor”.Evocó que producto de esa graciosada y de la inconformidad de muchos militares y civiles, Adolfo de la Huerta se levantó en armas en diciembre de 1923 y en el combate de la revolución Delahuertista murieron más de siete mil militares y civiles. El efectivo del ejército era de 508 generales, 2,758 jefes, 8,583 oficiales y 59,030 individuos de tropa; de ellos defeccionaron 102 generales, 573 jefes, 2,417 oficiales y 23,224 individuos de tropa. Finalmente el movimiento de Adolfo de la Huerta fue sofocado, y este personaje se exiló en Estados Unidos a donde se dedicó ¡a dar clases de canto!Su ya casi nula actividad cerebral alcanzó a recordar cuando su amigo y compinche “el Turco” Elías Calles, tomó posesión de la Presidencia en diciembre de 1924 y fue un títere en sus manos. Para que la gente no hablara se retiró a Sonora desde donde controlaba al nuevo presidente y como no abandonó el ejército, al mismo tiempo que era agricultor, al mando de 15 mil soldados liquidó a los Yaquis, tribu que según su opinión era una horda de salvajes que se oponía al progreso de una de las regiones más prósperas de México. Desde el norte planeó su regreso a la Presidencia de la República, olvidándose de la no reelección, reclamo que había desencadenado la revolución maderistaReconstruyó que a escasos dos años del gobierno de Calles inició el debate de la no reelección y de la ampliación del periodo de gobierno de cuatro a seis años. Así, el 28 de diciembre de 1926 se aprobó la reforma al artículo 83 Constitucional, que permitió ocupar la Presidencia hasta por dos periodos de seis años, con un periodo intermedio entre ambos. Como la reforma fue a su medida, el país se dividió entre reeleccionistas y anti reeleccionistas. El Partido Nacional Anti reeleccionista resurgió y proclamó como su candidato al general Arnulfo R. Gómez. Por su parte, el general Francisco R. Serrano renunció a su cargo de gobernador del Distrito Federal para buscar también la Presidencia de la República por el Partido Nacional Revolucionario, ambos personajes se convirtieron en fieros y críticos opositores, ambos candidatos fueron acusados por Calles de promover una sublevación que supuestamente implicaba el asesinato de Obregón, Calles y Amaro. Serrano fue detenido en Cuernavaca y asesinado en Huitzilac el 3 de octubre. Gómez, que se encontraba en Perote, Veracruz, fue perseguido y fusilado en Coatepec el 4 de noviembre de 1927. ”En este país, si Caín no mata a Abel, entonces Abel mata a Caín”, dijo alguna vez  José Vasconcelos.Se lamentó que Calles hubiera hecho poco por evitar la Guerra Cristera, iniciada por curas católicos, seguidos por miles de hombres y mujeres que al grito de ¡Viva Cristo Rey! se habían levantado en armas y en enero de 1927 se dieron los primeros combates. Por ese conflicto armado los católicos veían a él y a Calles como los anticristos y hasta tuvieron el valor de atentar contra su vida, cuando en Chapultepec, un comando católico lanzó una bomba contra su vehículo, la cual no explotó. Por ello se detuvo a los autores y como el dueño del vehículo donde se transportaban los agresores era propiedad del cura Miguel Agustín Pro, éste fue fusilado junto a su hermano Humberto sin juicio alguno. Y compadeciéndose de él llegó la muerte y ese odio de los católicos hacia su persona llegaba el martes 17 de julio de 1928, a su culminación. En una comida que le organizaron los diputados guanajuatenses con motivo de haber ganado las elecciones del 1 de julio de 1928 para gobernar los próximos 6 años, un joven de 28 años llamado José León Toral, con un revolver marca Star calibre .32 Le impidió ser nuevamente presidente de la república.Existen dos versiones del asesinato de Álvaro Obregón. La del asesino solitario que por decisión propia realizó el magnicidio y acertó tres tiros, uno en el corazón de Obregón y por ello fue fusilado, por ser el autor intelectual y material del crimen. Y la otra historia, de que fue el mismísimo Plutarco Elías Calles quien fue el autor intelectual de su muerte, quien tuvo acuerdos con curas y monjas del movimiento cristero, para asesinar al presidente electo. Después casi 20 años del asesinato, el periódico Excélsior dio a conocer un diagrama del cadáver de Obregón, el cual indicaba que el cuerpo tenía 19 orificios de bala de diversos calibres, por eso se dijo que o León Toral tenía 6 pistolas o hubo 6 tiradores aquella tarde del 17 de julio de 1928.El escritor Francisco Martín Moreno en su novela histórica “México acribillado”, reconstruye la historia y llega a la conclusión de que la guerra cristera fue propiciada por Plutarco Elías Calles para poder asesinar y traicionar a su antiguo jefe Álvaro Obregón y para ello se valió de la alta jerarquía católica para poder asesinar al “Manco de Celaya”, el hombre que acuñó aquella inolvidable frase que sigue en boga en los políticos actuales: “No hay quien resista un cañonazo de cincuenta mil pesos”, claro que hoy en día hay quienes venden su conciencia por menos dinero que ese.

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